EXORDIO
Toda realidad es una perplejidad para la literatura. Sobre ella hay que decidir y decir lo creado o recreado conforme a los rituales del lenguaje. La naturaleza pareciera saltar delante del ojo creador. Lo estimula y deja caminar por las veredas en búsqueda de los descubrimientos. La praxis literaria es una fe traslúcida sobre un hecho concreto. La escritura que anhela proponer para la recreación. Escribir para una aceptación o no del receptor. Decir en voz alta las imágenes dirigidas a un destinatario, feliz o infeliz ante los deslumbramientos de ese lenguaje. Toda literatura dice. Se escribe entonces una propuesta que se dona con ansias de aceptación.
ensayo
TOUKARÁN
Antonio Crespo Meléndez
Un instantáneo murmullo recorre el gentío: “Silencio el Maestro va a hablar”, golpe de vara mágica y un pesado y atento silencio cae sobre el borde del río. Un hombre de espalda vigorosa se levanta con un turbante rojo descolorido y una especie de larga guitarra cruzada en el dorso. A sus pies sus discípulos sacan papeles y plumas aprestándose a anotar las palabras que van a salir de esos labios inspirados, algunas notas de guitarra y él canta:
Nació en la casta de los Choudras…
Estupefacción. ¡Cómo, un gran escritor ese hombre que perteneció a la última casta ¡ Un gran poeta que jamás supo escribir ni leer!
No se conocen exactamente las fechas de su nacimiento y muerte, pero se las señala alrededor de 1598 y 1650 respectivamente.
Su educación religiosa fue como la de un niño hindú. En su casa aprendió a conocer los rudimentos de la religión, los suyos poseían un pequeño templo dedicado a Vithola, donde su padre oficiaba todos los días piadosas plegarias para que recayeran sobre su comercio bendiciones divinas. Allí vivió deslumbrado entre platos de incienso y lámparas de grasas balanceándose, realizando sus primeras celebraciones. Largas y penosas vicisitudes pasa Toukaran. Aun joven muere su padre. Entonces debe hacerse cargo del miserable negocio que hereda, una venta de granos y especies, y de su numerosa familia, que vivía en el oscuro pueblo de Dehou, al costado de la cadena montañosa Sahyadri. La madre, lo casa rápidamente con una mujer joven que morirá de hambre poco después junto a su pequeño hijo. Son los años en que la sequía se abate sobre los campos y en casa de Touka ya no hay reservas ni granos ni especies para vender (… … …)
poesía
SONETOS
Miguel Hernández
Invierno Hostil
balan de frío amores y manada,
se queda patitiesa mi cayada
y se alicae la honda de mi mano.
Cabizbajo está el pasto y barbicano,
y el eco no responde a mi llamada;
la imagen de mi voz se queda helada
sobre el espejo altísimo y serrano.
Se me hiela una res como una rosa,
y confundo sus copos con los hielos
y los copos de hielo que maldigo…
Tiro una piedra gruesa a una golosa
y se queda suspensa de los cielos,
ni lucero, ni piedra, ni castigo.
Niebla – Dios y Poema Que espesuras! De nada de abundancia y de su nada todo lo inficiona. Nada que es algo a fuerza de distancia y ser más nada y nada aun ambiciona. Tras este eclipse –nada- de ambulancia, gris acontecimiento de gorgona, lo verdadero, en la perseverancia su perfección perfecta perfecciona. A veces, su Verdad se manifiesta, o se elude. La luz, siendo ya poma, se expone como flor en la celada. Más luciente en la nada oscura ésta a la imaginación. Todo se soma, ciego que lo ve todo, al ojo nada. |
fragmentaria
SCOTT FITZGERALD
Antonieta Madrid
Mañana moría, medio fantasma de sí mismo, entre la opulencia y el escarnio de una vida entregada al desenfreno de los años locos y la riqueza de la fama, un hombre con rostro de efebo. Se llamó Scott Fitzgerald y con el tiempo su imaginación creadora, esa que produjo El Gran Gatsbyterminó encarnando su propia existencia, una existencia que paseó, del brazo de su desanimada Zelda, imitando la fatiga y el furor de sus criaturas de la noche, el gin, el jazz y los sombreros a la violette. Niño pródigo de
EL ÚLTIMO NOVELISTA
El hecho de que al final de su vida una vida llena de grandes éxitos y tormentosos desastres, Fitzgerald estuviera involucrado en un trabajo literario de tal importancia, prueba que fue sin lugar a dudas, el novelista de primera línea que ya se vislumbraba en los comienzos de su carrera literaria. “The Last Tycoon” fue publicado diez meses después de la muerte de su autor, con una nota de él mismo que decía “Yo soy el último de los novelistas por un largo tiempo desde ahora”.
Pero lo más grande en el fue su candor juvenil, su coraje verbal, su simplicidad de niño. Un hombre joven con ojos realmente atestiguadores, objetivo hasta consigo mismo, arrogante en una sola cosa y por un solo propósito: hacer sus experiencias claras, con su estilo confesional y su tono eminentemente personal.
Creador de un mundo propio, brillante aunque siempre hubiera estado marcado por ese “toque de desastre”, su estilo tiene un encanto juvenil y alegre y sus personajes continúan disfrutando de una inmortalidad literaria a toda fe justificada. Hoy día podemos decir que Scott Fitzgerald ha recuperado el lugar que le corresponde entre los mejores escritores de todos los tiempos.
narrativa
LITERATURA E IDENTIDAD
Julio Cortázar
Hablar de los problemas de la cultura es en sí mismo un problema cultural, con todos los riesgos que supone estar situado en el interior del terreno, que se busca conocer. No siendo un antropólogo cultural sino un escritor de ficciones, lo que alcanzo a vislumbrar en este campo está teñido de literatura y acaso sólo sea literatura; si de todos modos me interrogo sobre la cuestión, lo hago porque soy un escritor latinoamericano y eso supone, cuando se lo es honestamente, pensar y actuar en un contexto donde realidad geopolítica y ficción literaria mezclan cada vez más sus aguas. Felizmente, creo, porque hablar de cultura desde una de las dos orillas no me parece que conduzca a nada que no sea abstracto e inoperante.
Aclaración sobre lo que precede: Desde hace un cuarto de siglo, aquellos escritores latinoamericanos leídos apasionadamente por un número de lectores que no cesa de multiplicarse, han sido o son aquellos para quienes la literatura constituye una de las tentativas de hacer frente a la cuestión de la identidad cultural de sus pueblos y contribuir con las armas de la invención y la imaginación a volverla cada vez más honda y más completa. Es cosa sabida que una gran mayoría de lectores latinoamericanos, al "descubrir" por fin a sus propios autores, han dado un paso adelante en el descubrimiento de su propia identidad cultural. Las literaturas foráneas, módulos y ejemplos en la primera mitad del siglo -que hasta en eso era un siglo colonial- comparten hoy un vasto espectro de lecturas en el que han cesado de ser el color dominante. Y si la calidad literaria requerida para ese ajuste ha sido innegablemente muy grande en los escritores vernáculos, sobran las pruebas de que las calidades nacionales no hubieran bastado para mover el fiel de la balanza; el lector latinoamericano, incierto en cuanto a su identidad profunda y dado con la misma incertidumbre a todos los vientos de la imitación y los prestigios foráneos, empezó a conocer hacia los años cincuenta una literatura próxima y por decirlo así personal, en la que bruscamente se miró como en un espejo que lo llamaba o lo repelía, buscaba su contacto o lo denunciaba. Porque en esa literatura subyacía no sólo el trasfondo de lo latinoamericano sino su crítica, la exhumación de lo olvidado o desconocido, y la indagación de raíces menospreciadas o sustituidas por influencias exteriores. (… … …)